lunes, 14 de enero de 2013

Memoria a corto plazo y memoria de trabajo


Como ya dijimos en anteriores entradas, en los setenta estaba de moda el modelo de almacenes múltiples de memoria de Atkinson y Shiffrin, mejor conocido como modelo estructural de la memoria. En él distinguíamos entre memoria sensorial, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo. Estudios realizados en esa época demostraron que la capacidad media de la Memoria a Corto Plazo (MCP en adelante) es de entre 5 y 9 elementos diferentes. Sin embargo, si codificamos los estímulos de forma grupal, la capacidad de memoria se amplía considerablemente (por ejemplo, en lugar de aprender 600324563 lo aprendemos como 600 32 45 63 o 600 324 563). 
Otro dato importante derivado de las investigaciones empleando la tarea de recuerdo libre (informar de una lista previamente aprendida en el orden que el sujeto quiera)  es el relativo a los efectos de primacía y recencia. Basicamente, los primeros elementos de la lista se recuerdan mucho mejor que los centrales porque al ser los primeros en presentarse ya han pasado a la memoria a largo plazo mediante las repeticiones (efecto de primacía) y los últimos en presentarse se recuerdan incluso mejor que los primeros porque todavía están ene la MCP (efecto de recencia).


El principal argumento a favor de memorias múltiples es el supuesto de que cada almacén posee características diferentes. Sin embargo, existen resultados que ponen en duda que podamos separar la memoria a corto plazo de la de a largo plazo. Por ejemplo, en lo que respecta a la capacidad de la MCP sabemos que a más ensayos hagamos de recuerdo sobre una misma categoría (frutas, por ejemplo) peor es el recuerdo, pero al cambiar de categoría la actuación mejora. Eso nos enseña dos cosas: la existencia de una interferencia proactiva (un aprendizaje antiguo inhibe un aprendizaje nuevo) y que la memoria a largo plazo (MLP) influye en el recuerdo durante la MCP. Este fenómeno ante el cambio de categoría para mejorar la actuación se conoce como liberación de la interferencia proactiva

Un ejemplo de interferencia proactiva más parecido a la realidad sería el caso en que nos dan dos números de teléfono para aprender y el aprendizaje del primero nos impide aprender el segundo con la misma facilidad. El caso contrario sería la interferencia retroactiva, la cual consistiría en que un nuevo aprendizaje inhiba aprendizajes anteriores. Por ejemplo, si cambiamos de número de móvil, con el tiempo no recordaremos el viejo sino el nuevo. El descubrimiento de la interferencia retroactiva tuvo que esperar a la llegada de Keppel y Underwood, pues los trabajos de Brown-Peterson (creadores del paradigma Brown-Peterson según la cual las distracciones aceleran el olvido) constaban de elementos y distractores muy diferentes, por lo que no se daba la interferencia retroactiva en sus ensayos.

Esto es de vital importancia, pues Brown-Peterson creían que el olvido se daba mediante la teoría del decaimiento de la huella de memoria (durante el aprendizaje se forma una huella en la memoria que se borra con el paso del tiempo; mediante repeticiones podemos evitar su desaparición) pero no comprendían el porqué cuando los distractores eran similares a los elementos a recordar el olvido era mucho más veloz. Hoy en día esta teoría está en segundo plano, pues el olvido de la memoria inmediata se ve como resultado de la interferencia producida por otros elementos similares almacenados en nuestra memoria. Es muy probable que esta interferencia se deba a la dificultad de discriminar entre la información que buscamos y la que hemos adquirido previamente y no necesitamos en ese momento.


El trabajo de Saul Sternberg sugería que la recuperación de la información a partir de la memoria a corto plazo era diferente de la recuperación en largo plazo. Basciamente, Stenberg aplicó el modelo de los factores aditivos (poner un trigrama de letras y pedir a los sujetos que resten a un número dado una y otra vez hasta que al cabo de un rato se les pida que recuerden) a los tiempos de reacción obtenidos en experimentos de memoria. La tarea de Sternberg era una tarea de búsqueda: dábamos al sujeto un conjunto de números a recordar y luego le presentábamos otros que debería decir si estaban en el conjunto inicial o no. Por ejemplo, que el sujeto recuerde 4, 6 y 9 (conjunto positivo) y que le preguntemos si allí está el 2 (la respuesta sería no). Si miramos los datos, veremos que el tiempo de reacción aumenta aproximadamente 38 milisegundos con cada nuevo ítem añadido al conjunto positivo.

Como el TR tanto para respuestas negativas como positivas era el mismo, Sternberg concluyó que el participante empleaba una búsqueda exhaustiva en su memoria, algo cuanto menos extraño porque, en el caso de una respuesta positiva (el elemento está entre los del conjunto inicial), no tendría sentido seguir buscando en nuestra memoria por su aparición. Por ello, Sternberg representó un modelo serial exhaustivo según el cual existirían cuatro estadios de procesamiento:  codificación del estímulo, recuperación a partir de la memoria, decisión y selección de respuestas. Así, primero compararíamos serialmente el objetivo con todo el conjunto positivo y a continuación decidiríamos si este contiene o no el estímulo-prueba.

A pesar de su influencia, se le han criticado los supuestos de aditividad, la independencia de los tiempos de búsqueda y el carácter secuencial de las etapas de procesamiento, además de que se ha estudiado la posibilidad de que procesemos en paralelo, como por ejemplo el modelo de búsqueda en paralelo de Ratcliff.

Con el tiempo se fue perdiendo el interés en los modelos multialmacén y aparecieron otros enfoques, siendo el más importante el referente a la memoria de trabajo, también llamada memoria activa y memoria operativa. Esta memoria abarca pequeñas cantidades de información y tareas de comprensión, razonamiento y aprendizaje. Las investigaciones más importantes centradas en la memoria de trabajo fueron la de Baddeley y Hitch en 1974 y  la de Baddeley en el año 1990. Este modelo se conoce como modelo multicomponente de la memoria de trabajo.

Ey, que no solo uso las imágenes para spamear.


El primer modelo habla de un ejecutivo central encargado de controlar otros sistemas que trabajan de modo recurrente, los cuales vendrían a ser el bucle fonológico (procesamiento del lenguaje) y la agencia visoespacial (procesamiento de imágenes). Se asume que el ejecutivo central es un controlador atencional que depende de dos sistemas de control, uno automático basado en los hábitos y otro que depende de un sistema ejecutivo sujeto a las limitaciones de la atención.

El bucle fonológico está conformado por un sistema de control articulatorio (sistema de reposo verbal, capacidad basada en el tiempo, la voz interior) y de un almacén fonológico (el oído interior). Los niños con problemas no utilizan el bucle articulatorio de manera eficiente, pues la tasa de habla es más plana que los que no tienen problemas y su memoria no está influída por la longitud de las palabras.

En relación a la memoria realizada por la agenda visoespacial (incluyendo estímulos táctiles), se descubrió que la precisión fue mayor en la tarea visual (94%) que en la háptica (táctil, 80%), que la interferencia espacial es mayor cuando las tareas principal y secundaria se realizaban en la misma modalidad sensorial y que la interferencia auditiva no produce interferencia (igual que el grupo control).


La revisión en años posteriores añadiría el buffer episódico, componente que explicaba cómo se relaciona la memoria de trabajo y la MLP. Este era un sistema de almacenamiento que puede contener hasta cuatro agrupaciones de información en un código multidimensional. Esta unidad de almacenamiento temporal episódico puede estar conectado con los distintos subsistemas de la memoria de trabajo y también conectar estos subsistemas con la información de la MLP y la percepción (Baddeley, 2009). Gracias a su inclusión Baddeley pudo explicar porqué podíamos recordar apenas 5 o 6 elementos sin relación y hasta 15 palabras si estaban relacionados en una misma frase.

En lo que respecta a cambios en la memoria conforme crecemos, la verdad es que no cambia la capacidad de almacenamiento sino las estrategias de recuerdo que empelamos. Por ejemplo, la estrategia de repetición. Con la edad somos capaces de repetir a una mayor velocidad, pudiendo repetir más estímulos antes de que decaiga la información.

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