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domingo, 1 de julio de 2012

Grand Theft Auto: San Andreas



Han pasado 5 años más de lo que en un primer momento creí que tardaría, pero finalmente el esfuerzo ha dado sus frutos. Hoy (quien dice hoy dice hace dos semanas) he terminado al fin con el modo historia del Grand Theft Auto: San Andreas de PC (a partir de ahora GTA: SA para abreviar). He de admitirlo, no las tenía todas conmigo en esta última partida, pues el mando que uso para el PC no me lo reconocía y solo pude jugar con 7 botones y el joystick izquierdo (sí, no pude controlar la cámara en ningún momento) y sabía que esta sería la tercera vez que me planteaba la titánica tarea de completar este juego. Si las otras dos veces, con más tiempo y un mando funcional me había rendido, ¿cómo iba a terminarlo esta vez? Aún así, decidí intentarlo. Esta vez lo conseguí.

Cualquiera que me lea pensará (en caso de desconocer esta saga) que se trata de un juego dificilísimo solo apto para los mejores. Nada más lejos de la realidad. En general, GTA:SA es un juego fácil que se puede terminar (que no completar) sin demasiadas dificultades gracias a la infinidad de trucos para aligerar la vida del jugador que posee. ¿Dónde estaba el problema entonces? En mi propia actitud.

El año en que nació este juego yo contaba con apenas 11 primaveras. De aquella lo más violento que había tocado era el Jack 3, así que cuando se dio el boom de ese juego me pilló un tanto desprevenido. ¿Cómo era posible que todos los críos del cole que no tenían ni puta idea de videojuegos estuvieran pasándoselo teta con un juego de matar putas? No lo comprendía. Así, en cuanto tuve la posibilidad le pedí una copia a un amigo y, tras un intercambio de Verbatim (era mi época piratilla, ¿vale?), ya tenía en mis manos el tan cacareado sandbox. La decepción no pudo ser mayor.