domingo, 20 de abril de 2014

La virtud del incompletismo y otros mitos


El otro día le echaba la bronca a Suditeh (que asco de seudónimo, en serio) por no disfrutar de los juegos. Tengo una confesión que hacer al respecto: algunos de los juegos con los que mejor me lo he pasado no han sido completados. ¿Qué digo completados? ¡Terminados siquiera! Que sí, ahora llega la retalía de insultos y piedras hipócritas de la mano de todos los lectores, pero por lo menos dejadme antes soltar mis últimas palabras. Total, tampoco las vais a terminar de leer, que no tienen logros para engordar vuestro ego.



Dice la sabiduría de cadena de red social que todos conocemos a alguien obsesionado con el gimnasio, a un fanático de Star Wars, a algún misticista, a un DJ, a alguien que hace deportes de riesgo, a un gran estudioso, a un erudito... Podríamos añadir la categoría de "alguien que ha cumplido todas las misiones secundarias del Final Fantasy XII pero solo lleva media hora de la historia principal". Y yo que lo celebro. Pensadlo: si un juego tiene una trama insulsa e incapaz de captar la atención del jugador pero a su vez te impulsa a descubrir todo el contenido paralelo es que debe ser rematadamente divertido y disfrutable, y quien lo juega se lo debe estar pasando genial si le dedica tanto tiempo sin intención de avanzar por el camino central. Me recuerda mucho al primer Crysis, juego que igual algún día decido acabar y todo. El juego se puede dividir perfectamente en dos partes, siendo la primera la lucha contra los coreanos, y no miento cuando afirmo que al terminar ese segmento siempre reinicio la partida desde el principio, y me lo paso de miedo. ¿Por qué? Porque es divertido abusar de tu poder contra infantería y artillería asustados, porque tienes una isla entera a tu disposición para ir donde te plazca y hacer lo que te parezca, porque la misma misión la he hecho a cañonazo limpio por la carretera, al estilo Rambo (la primera entrega) a través de la frondosa jungla, remontando un río a nado destruyendo todos los campamentos colindantes hasta llegar al marcado, corriendo más rápido que Flash entre las líneas enemigas, colocando barriles explosivos en puntos estratégicos gracias a la invisibilidad para destruir una base entera de una sola bala, saltando de torre de vigilancia a torre de vigilancia y tiro porque me toca... Y cada vez encuentro cosas nuevas, y no hay partida en la que no se me ocurra una forma distinta de infundir el miedo a mis enemigos. Libertad, poder y diversión es todo lo que pide un jugador. Y un PC de la NASA. Algo hicieron bien si, después de tanto tiempo, un servidor sigue alabando y reempezando Crysis sin siquiera haber llegado a la mitad del juego.



La next-gen llegó... En 2007.


Hay otros juegos que también han estado largo tiempo aletargados sin que "necesitara" completarlos, como Ace Combat 6, al que espero dedicarle un texto pronto. Hay una misión en la que nos enfrentamos a un aeropuerto volador, con su consecuente enormidad y fuerza destructiva. No os miento si sentencio que es uno de mis momentos gamer favoritos y uno de los que más satisfacción me otorgaron una vez superado, ¿y sabéis qué hice cuando acabé la misión? Repetirla. Y luego otra vez, y una más. ¿Por qué? Porque es divertida, muy divertida, o por lo menos a mí me lo parece, y es curioso que incluso en un juego arcade de aviación a priori tan simple como este tengamos libertad de acción suficiente para afrontar los retos de manera variada, y esta misión no es un mal ejemplo: recuerdo pasarla de la manera tradicional, con un caza y misiles dirigidos, seguido de un intento a metralla pura, luego querer centrarme en los cazas enemigos que protegen los aviones gigantescos, proponerme en el siguiente acabar solo con el avión-aeropuerto e ignorar el resto (lo cual es posible si sabes donde disparar, porque no saltarán los scripts para marcar los objetivos)... Una vez incluso pasé por dentro de él, ya que el aeropuerto que lleva tiene abertura por delante y por detrás, con un vehículo totalmente centrado en el ataque aire-tierra, soltando bombas de fragmentación de esas que caen al suelo y explotan en racimo, y el destrozo fue descomunal. La misión no estaba pensada para ser superada así y el juego no estaba pensado para usar dicha arma de ese modo, pero no hay nada que prive al jugador de inventarse sus propias jugadas con el material del que dispone. Quizás tardé dos meses en empezar la siguiente misión, ya que al proponérmelo siempre acababa repitiendo esta porque, a fin de cuentas, me lo pasaba bomba, y me lo sigo pasando bomba.




Resumen: Cinco fortalezas voladoras, un escuadrón
de cazas de élite e infinidad de drones de combate.
¿Entendéis por qué lamento tanto que hayan
reducido la saga a algo "realista"?


Lo admito, os he engañado un poco con el título, debería haber puesto algo referente a la rejugabilidad y similares, seguramente hubiera sido más adecuado visto el conjunto al completo... Pero no importa, me ha gustado escribir la entrada así. Os lo creáis o no, escribo igual que juego: por placer. Creo que no soy el único que ve esta mentalidad algo menguada hoy en día, centrándonos todos demasiado en un objetivo a conseguir por encima del gozo durante el camino, y no estoy hablando solo de videojuegos. Nada, cierro el texto aquí mismo, que empieza a oler a filosofía barata y yo tengo ganas de reinstalar cierto juego en mi ordenador. Id a deleitaros con algo agradable, invito yo.



Acerca de Anti

Su nombre real es Albert, pero como no tenéis ninguna foto
sigue siendo inmune las Death Note. Estudiante de
ingeniería industrial, gamer, amante y gamer otra vez,
tiene la ridícula esperanza de que alguien en alguna parte
se fije en sus textos. Quiere dominar el mundo para poder
destruirlo sin impedimentos.

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