domingo, 21 de octubre de 2012

Transmetropolitan


Hay un ritmo selvático latiendo ahí abajo; el sonido de las porras golpeando los escudos antidisturbios, una tradición de la policía.

Estoy en Ángeles 9, sobre lo que sin duda se llamarán los Disturbios Transientes. La historias la escriben los vencedores, claro, y si los polis quieren llamarlos así, así se llamarán.

Porque va a haber sangre trasiente por todas partes. ¿Y sabéis una cosa?

No es culpa suya.


Los trasientes no habrían podido hacerlo solos, sólo son niños grandes. Una sociedad cuerda les habría etiquetado como los cabezahuecas que son y les habría comprado un parque infantil.

Pero nadie comprobó siquiera si su intento de secesión era viable. Centro Cívico decidió aplastarles, nada más.

Pagaron a unos transientes para empezar el barullo, interfiriendo en una manifestación no violenta.

Violencia expontanea, la única excusa que tiene Centro Cívico para enviar a los antidisturbios. Esa gente está sangrando por un montaje.

Es una demostración de fuerza. ¿Cómo se atreven a ignorar la autoridad de Centro Cívico? ¿Cómo se atreven esos monstruos a pensar por sí mismos?

Vamos a salir a machacar bebés, lunáticos e incompetentes, porque así nos parece que tenemos más pelotas que nadie.

Veo a un trasiente claramente desarmado, con media cara colgando y tres polis pegándole patadas.

Uno de ellos se está acariciando el miembro erecto.

Lo siento. ¿Es una observación demasiado dura para vosotros? ¿Se parece demasiado a la verdad?

Que os jodan.

Si a alguien en esta ciudad le importara una polla de perro muerto la verdad, esto no ocurriría.

No vería a una mujer transiente con sangre en la cara acurrucada en el portal de un sex-shop agarrándose la barriga.

No vería a un chico muerto, como mucho de trece años, tirado sobre el capó de un coche delular.

Nadie tendría los ojos ensangrentados por los sprays de incapacitación o las nervo-bombas que la poli lanza por Cranberry.

No estaría aquí arriba, rodeado de gente que tiene que vivir y trabajar aquí, y que llora abiertamente.

¿Os gusta esto? ¿Os gusta cómo describo la mierda que les pasa a la gente con la que os cruzásteis por la calle la semana pasada?

Bien. Os lo merecéis. Por vuestro silencio.

Veréis, las cosas son así: Centro Cívico y los polis hacen lo que les sale de los huevos, y vosotros os quedáis sentaditos.

Vuestro jefe hace lo que quiere. El capullo del peaje, el gorila del bar, los seguratas que os cachean al entrar en la clínica, los periódicos y teleprensas que os mienten porque sí.

Hacen lo que quieren. ¿Y vosotros qué hacéis? Pagarles.

Este "disturbio", esta tormenta de mierda que cae sobre un puñado de fetichistas ingenuos y orgullosos; pagásteis por ello. Tragáoslo.

Debe de gustaros que os mienta gente con una autoridad que jamás se ha ganado.


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¿Has querido pegar fuego a la cabeza de alguien sólo para ver qué aspecto tenía? ¿Te has parado en la calle y has pensado: podría volver ciega a esa monja sólo con darle un beso? ¿nunca has trazado planes para coser juntos bebés y gatos callejeros para crear un Nuevo Humano Perfecto? ¿Te has alzado desnudo y rodeado de gnte que desea tu esperma resplandeciente, chorreando incienso, soma y testosterona por todos los poros? Si la respuesta es sí, entonces eres el cabrón que me robó las drogas el viernes por la noche. Y te encontraré. Oh, sí.
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Y como estos dos podría poner 15 textos más. Transmetropolitan es, de lejos, la mejor sorpresa que me he llevado desde que me leí el manga de Pokémon sin tener ni idea de su calidad. La empecé pensando que sería una serie entretenida y ahora ando loco buscando donde comprarla completa (al parecer está descatalogadísima) y otras series de Warren Ellis cuya calidad sea pareja a esta (de momento le eché el ojo a Planetary y The authority, ya os comentaré qué tal están si las encuentro).

Para que no os fiéis solo de mí, diré que la serie nos narra las aventuras de Spider Jerusalem, un periodista drogadicto, psicótico y jodidamente carismático que se ve obligado a volver a la ciudad tras cinco años de retiro en la montaña a causa de un contrato editorial que debe cumplir para no acabar en juicios con sus antiguos jefes. De ahí en adelante tenemos unos entretenidísimos capítulos de introducción donde nos muestran la distopía en la que se ubica nuestra historia y en nada empieza la trama principal, la cual estará llena de giros argumentales y tiene uno de los villanos más locos y despiadados que recuerdo.


Es cierto, y esto pasa sobre todo en los primeros capítulos, que Spider se comporta como el típico "personaje dopado" que todo lo sabe y que sale de cualquier marrón quedando como el más chulo del barrio, lo cual puede echar un poco para atrás a los más serios porque les recordará a los típicos héroes para adolescentes pero conforme avanzan los capítulos esto se va revertiendo más y más, convirtiéndose en los capítulos finales en todo un ejemplo de cómo hacer un personaje badass sin que pierda su lado humano.

Grandes personajes, grandes dosis de humor, buena historia, mucha crítica social de la dura, cojonudos textos, bastante acción cuando es necesaria, gran final, capítulos acojonantes (los referidos a los revividos y a la prostitución infantil me dejaron con los huevos en el suelo), muy buen dibujo... vamos, que tenéis que ir a leerlo ya, os estáis perdiendo una de las mejores series que han pasado por mis manos (sus 60 números apenas me duraron un fin de semana). 

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